miércoles, 17 de septiembre de 2008

Pereza - de la serie sentimientos humanos

Cuenta con 50 años y una vida de inciertos y desaciertos. A las 4 sale la edición del 7 de octubre que hay que repartir. El día nublado no hace más que acrecentar la indolencia de tantas mañanas de una vida diáfana entre muchedumbres que le ahogaban.

Salió a las 6 de la casa, llega tarde como siempre. Los primeros destellos de un sol encubierto le daban la posibilidad de la noche perpetua del sueño. Recogió los diarios y se marchó a la esquina de siempre. Las últimas mujeres nocturnas se alejaban tratando de esconder sus pecados entre sombras extintas.

La mañana transcurrió tranquila, sin novedades como todos los días de su vida. Entre ventas de periódicos, revistas, boletines y videos transcurrían las mañanas; siempre quiso ser alguien importante pero el letargo de su existir siempre lo llevaba por caminos más sencillos que los que se había creído.

Las gotas de la lluvia purifican el ambiente se decía a si mismo mientras tapaba con una carga de años en la espalda los pocos diarios que le restaban del día; arrastraba los pies y la vida entera, no se bañaba porque lo tendría que hacer un día; no comía a horas porque no sabía el valor de ellas, ni siquiera imploraba a Dios ya que al hacerlo tendría que sumar esfuerzos no concebidos.

Los sonidos de las primeras balas no lo distrajeron de su holgazanería perpetua, recapacito que algo sucedía cuando vio a aquel joven saliendo del metro con la cara destrozada por el plomo… y se echo a correr.

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