El punto que esta marcha resulto ser un disparate pues las personas aún creen que al hablar de matrimonio igualitario es ver dos hombres/mujeres entrando al altar vestidos de negreo y blanco y presentándose ante esa figura que llaman sacerdote y los case. La realidad es otra, el matrimonio igualitario lo que busca es que las personas tengan un respaldo legal ante las vicisitudes que la vida tiene: enfermedad, herencia, muerte, la creación de patrimonios comunes, etcétera.
Es irreal como un grupo de personas puede ejercer e imponer los derechos de los otros, y lo peor es que hay instituciones como la iglesia y centros de estudios que avalan estos actos. La ciudad de Puebla se ha construido como una babel donde muchas personas han encontrado refugio ante calamidades que suceden en otros puntos del país, y la grandeza de esta ciudad debe de ser su apertura a la diversidad socio cultural que la puede ubicar como puntero en la realidad mexicana.
Otra realidad, el esquema de familia ha cambiado y ahora la nomenclatura no es padre y madre, sino que hay un sinfín de posibilidades que incluso la misma biblia (ese libro escrito por seres humanos a fin de doctrinar a otros seres humanos más débiles) da testimonio de ello. No hay que olvidar que este documento presenta una realidad de hace varios siglos y que al menos en este lado del planeta ya no es lo que este libro comenta.
Cada quien posee luchas y causas, pero esta que promueve el defender la familia es la más absurda e incoherente que uno puede abrazar.
Así la vida...
Imagen de ilustración tomada de Internet.
