sábado, 29 de agosto de 2009

El entierro de las omisiones


¿Cómo se justifica la muerte de alguien que recién comienza a vivir?...... ¿Qué bienes se ponen en juego cuando alguien decide terminar su existencia por segunda ocasión, tras un fallido intento?... Lo que sucedió ayer me deja profundas laceraciones en el corazón y en la memoria ya que finalmente se logo un trágico pero predecible objetivo.

Conocí a Marco una tarde en el café de Manuel (qepd), sumaba a penas 18 y era brillante. Recuerdo que se aparecía por esos lares porque no tenía mucho que hacer y en ese sitio se reunián muchas personas, personajes y personalidades que lo volvian un recinto seductor. Llegaba y después de saludar pasaba horas en las mesas platicando, conociendo a partir de la expriencia de otros y quizás dentro de un lugar de su mente, diseñando las propias.

Marco tuvo muchas ideas en mente, algunas las desarrollo fervientemente y otras más se han quedado en el tintero. Lo importante es que no tuvo miedo de hacerse escuchar, de hacer sitios en donde la gente tuviera interacción, de decir lo que pensaba, y precisamente esa falta de miedo le dio el valor de llegar a los trágicos sucesos recientes.

Siempre he pensado que se requiere de un gran valor para atentar contra la vida de los demás y más con la propia. ¿Qué pasa por la cabeza de un joven que de un momento a otro toma una decisión tan brutal, cambiando no sólo su vida sino la de quienes lo rodean? No me explico como suceden las cosas, es muy triste y lamentable que pasen y más en alguien que se pudo prevenir y no se hizo.

Enterramos muertos pero también omisiones. No era su primer intento y bajo tales tenores faltó más acompañamiento y apoyo al suicida en potencia que se gestaba dentro de él. Probablemente esto era inminente pero también creo que se pudo reducir el riesgo mayor.

Después de los funerales, de observar tu letargo eterno en esa cama de cedro, de los signos tan lacerantes de comunicación visual que pude presenciar en esas horas... prefiero quedarme con un recuerdo distinto. Recién escuche que muchas veces tratamos de recordar las cosas y eso incluye las malas pero en este caso celebro el momento de vida que tuvimos juntos.

Celebro el haberte conocido y que hayas presentado a aquella persona de la que tanto hablo de vez en cuando; agradezco a la vida que me haya permitido apreciar la luz que proyectabas. La amabilidad de tu trato, la bondad en tus actos, lejos de la malicia que la edad muchas veces va generando. De tus palabras de aliento en los momentos difíciles y la complicidad en otras tantas.

No conozco a alguien que me diga que viene después de nuestro paso por esta tierra; quizás nos espera una dimensión distinta o rencarnamos en otro ser. A la mejor los preceptos eclesiásticos son reales pero no se que venga, lo que sí es que quienes se quedan deben de aprender a vivir, un proceso distinto, una forma diferente de ver las cosas. Te fusite y te extraño, creo que muchos más te extrañan.

Un día subire a la Torre España y quizás te vea junto con aquél muchacho que se fue volando con gaviotas y sólo derramo postales en forma de alas. Cuídate Markito, donde quiera que estés...


martes, 4 de agosto de 2009

La trompetilla espanta sueños

Con el tan especulado y mal venido cambio de horario en la Universidad todo se ha vuelto un completo disparate: entro a las 8 am y salgo a comer ya sea de 2 a 3 o bien de 3 a 4; después viene la hora de la siesta obligada porque no es nada decente no reposar los sagrados alimentos y seguir dizque haciendo labores en la jornada que me atrapa en la UIA Puebla.

El punto es que me acaban de pegar un susto con una trompetilla tipo sábado gigante durante mis 10 minutos de siesta obligada regardado en el troll que no sé quién haya pegado en el cristal durante mi convalecencia tras el suceso de mayo... en fin, me quitaron el sueño y mi manita aún tiembla del espanto.

Comer es uno de los máximos placeres y sabores que no todo el mundo tiene, unos por omisión y otros por destino. Y mientras escribo este completo disparate escucho la música de fiesta de los juegos.com con los que Alejandro estimula neuronas, escucho la voz de Annel y los ronquidos del viejito.

Debería hacer y no hago... empezaré a escribir crónicas de nuevo y así estimulo mi propia mente transtornada.