Las banderas multicolor ondearon a lo largo de Reforma y Avenida Juárez de la ciudad de Puebla como signo de visibilidad de un movimiento que ha ganado su lugar a través de las personas que allí desfilaron; son ellos quienes han abierto la puerta a percatarnos que no todos somos iguales y que la construcción de sociedades justas debe de partir del reconocimiento de las minorías. Son los menos, es correcto; pero son quienes a través de la lucha, ofensa, el orgullo y el prejuicio han dado legalidad para que otros puedan vivir en ella.
Si bien muchas veces este tipo de acontecimientos se toman como burla (que respeto puede pedir alguien que camina semi desnudo en la calle con una bandera y mentando madres) existen diversos puntos de vista al respecto. Muchos están a favor de la igualdad, pero a ¿qué costo?, ¿vale realmente la pena hacer este tipo de actos carnavalescos para lograrlos?, ¿logrará el mismo respeto un distinguido académico o empresario gay que una vestida de festival?
La orientación sexual es un tabú más a la lista de males que imperan en la sociedad. Cuantas veces no se ha escuchado decir a un padre "mejor muerto que puto mi hijo" gracias a la construcción de género y machismo que hay. Es necesario crear una consciencia que nos haga seres más racionales y que al final logremos aceptar las diferencias que tanto nos han alejado, no ponderar más si nuestro vecino, amigo, hermano, compañero de trabajo se mete en la cama con alguien de su mismo sexo que por sus capacidades demostradas por sus talentos y competencias.
Un orgullo de ser quien es, un prejuicio que pesa sobre ellos. Que bien que existan estos movimientos, que mal que sean bajo esta óptica. Decía una persona muy estimada para mi "Y si su derecho de libertad de expresión terminará donde comienza mi libertad de meterles un plomazo"... puntos de vista a final de cuentas.