La última copa que antecede al desencanto
Tus ojos son un brillo imperturbable
De las ansias que habitan al escribano
Tus luchas fueron milenarias
Como la tristeza que aún embarga tu silueta
Cómo pude no darme cuenta antes
De los gritos que emanaban tus silencios
Lloramos lágrimas de sangre
La impotencia de nuestros arrebatos
Las palabras aún esperan impacientes
Ser enterradas en algún camposanto
Morimos embriagados de nostalgias
Mientras la muerte ríe a carcajadas
Y espero tomar el siguiente vuelo
Sin retorno ni guardando esperanzas.
Que tarde nos dimos cuenta
Que tarde se nos fue la hora
Que tarde nos volvimos ajenos
Que tarde llego la tarde
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