Como toda sociedad, la comunidad gay está dividida en grupos, desde los que salen a las calles pidiendo un respeto e inclusión hasta quienes viven negando su propia naturaleza adoptando conductas heterosexuales que les dan cierta tranquilidad y desasosiego a la vez. No hay bien o mal, solo diferente y de acuerdo a la experiencia y proyección de cada individuo.
Pero que sucede... la misma comunidad, al ser un cúmulo de experiencias e ideas tan contrarias, tiene diversos puntos de enfoque que muy pocas convergen para lograr visualizarse hacía los demás. Las diferencias son aún más marcadas y los desprecios encuentran una resonancia mayor. Odiamos lo que desconocemos, lo que no se asemeja a nosotros y que sale de nuestro paradigma.
Aunque muchas veces la esencia es la misma no dejan de ser criticadas las conductas de unos frente a otros. Cuantas veces la comunidad señala a la misma comunidad de modo peyorativo y partiendo de tangibles lejanos a la condición humana. Se habla de una igualdad cuando las necesidades son otras. Mientras unos piden reconocimiento e inclusión, los más buscan el desarrollo de si mismos en una sociedad plural aquejada de tantísimos males.
Nada que conmemorar. Y digo esto cuando la sociedad no reconoce que una parte de ella vive una condición diferente, que tiene un poder económico mayor y más poder de elección. Envidia o coraje, que se traduce con la palabra odio. Muertes, bullying escolar, despido laboral y otros tantos remedios que buscan quienes aún no comprenden que las sociedades no son perfectas.
Un odio interno cuando no se respeta que hay quien vive en el activismo y dando visibilidad a la propia comunidad (que también creo que no es el modo único para hacerse notar), o se critica al travestí que en el show de revista encuentra el marco idóneo para su satisfacción. O la vestida tan hermosa como decadente que muchas veces se crean una imagen negativa de si mismas.
Si se busca un reconocimiento se debe trabajar de adentro hacia afuera, y esa labor corresponda a la misma comunidad y sus espacios. Necesitamos entender que las personas son diferentes, y que así como alguien sale con una bandera multicolor a las calles hay quien prefiere encerrarse a jugar wii o seguir trabajando en una empresa que le de beneficios sociales. No hay bueno o malo, solo diferente.
Y mientras llega la construcción de la sociedad justa y utópica, celebro que aún queda mucho por hacer y que afortunadamente sea la mayoría quienes pretenden lograr estos cambios.
= Colofón =
"... Y hablando de armarios y homofobia: .. yo usaba el "armario" para esconderme de los niños que me llamaban maricón y me golpeaban... de toda la familia que cuchicheaba pensando que no me daba cuenta de su rechazo y su doble moral... me acurrucaba en un montón de vergüenza, y lloraba en silencia la impotencia de que mis pequeñas manos, no podían golpear la fuerza de los prejuicios..." RCV
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