jueves, 11 de marzo de 2010

Nota sobre el día internacional de la mujer

Nunca me han gustado las fotografías. Cuando era niña mi papá compró una cámara y nos tomaba fotos a mis hermanas y a mí cada vez que podía. Comiendo, bailando, jugando y hasta dormidas nos tomaba fotos "para el recuerdo"; decía. No señor, no me gusta que me tomen fotos. Me da vergüenza que me las tomen y me da vergüenza verme después con el cabello encrespado, con los dientes saltones y con mi cara redondeta pero, eso sí, con mi sonrisa de oreja a oreja. Siempre.

Cuando entré a la secundaria me invitaron a mi primer baile. Mi papá me dejó ir sólo porque iban mis hermanas. Llegué con mi vestido azul con flores rosas, uno que parecía nuevo aunque ya había sido estrenado por más de dos. Un fotógrafo apareció en la oscuridad y nos tomó foto a las tres, sonrientes, juntas como siempre hemos estado. No señor, no me gusta que me tomen fotos, le dije cuando intentó tomarme otra con Pedro, un chico con el que estaba bailando. Es que ¿sabe?, no me gusta posar para las fotografías.

Todos estos recuerdos vienen a mi mente ahora que estoy aquí, sólo esperando. Me acuerdo que muchas veces pensé en cuál sería el afán de tener fotografías de una misma. A la salida de la maquila, a las 3:30 de la tarde, los viernes siempre iba un fotógrafo a tomarle a todas las muchachas que quisieran posar en la banqueta de la planta. Muchas llevaban sus mejores galas para que les tomaran la foto. Un día se acercó conmigo y le tuve que decir que no quería. te puedo tomar una y si no te gusta no me la pagas, me dijo. "No señor, no me gusta que me tomen fotos".

Mi mamá dice que hay ocasiones en que no puedes evitar que te las tomen. en tu graduación, por ejemplo, o en tu boda, me dijo. Entonces sí que vas a querer posar para las cámaras.

Ahora estoy aquí sólo esperando a que los fotógrafos terminen su trabajo. Fotos de cerca, de lejos, con flash, sin flash. Ninguno me pide que sonría.

Y aunque me lo pidieran no podría sonreír. Cómo podría si me siento tan sola en medio de este silencio y esta oscuridad. No sé cuanto tiempo llevo aquí, tal vez horas, tal vez días o tal vez años. Mi madre dice que el tiempo pasa de prisa cuando eres feliz; tal vez por eso ahora pase tan lento.

Todo sucedió muy rápido. ni siquiera lo vi venir. Ni siquiera podría explicarlo. Solo sé que nadie me pidió mi opinión; sólo se que me confinaron a este lugar que no me gusta y que me da miedo. Muchos detalles se me escapan. Lo único que puedo decir es que el dolor llega a ser tan grande que dejas de sentirlo de pronto y te quedas como entumecida, como en medio de un sueño que se torna en pesadilla.

No señor, no me gusta que me tomen fotos. ya han tomado suficientes. Sólo espero que al tomarlas no se hayan dado cuenta que mi uniforme de la escuela esta sucio y que mis zapatos ya no están. Ojalá que no se fijen que mi cara está llena de arena y que no puedo sonreír a la cámara. Ojalá que ellos, que saben de su oficio, saquen mi mejor ángulo, uno en donde no se noten los golpes para que mi mamá no se asuste al verlos y uno en el que mi papá no se dé cuenta de lo que me hicieron debajo de la falda.

Siento el desierto debajo de mi cuerpo, un cuerpo ultrajado, mutilado, desgarrado... La agonía fue larga pero el final rápido. el cordón de mi bolsa, la misma que me regalaron en mi cumpleaños y que tanto me gustaba, se enredó en mi cuello hasta que se incrustó en mi piel. La sangre de mis pezones cercenados se mezcló con la arena y con mi llanto mientras que un calor se fue haciendo cada vez más intenso por todo el cuerpo. Mis ojos se nublaron, mi respiración se hizo cada vez más lenta y silenciosa hasta que mi corazón se cansó de sufrir.

No quiero que me tomen fotos aquí, tirada así, sin vida, esperando que llegue el forense, sintiendo el frío en mi espalda, esperando que todo termine. ¿Podrían los fotógrafos, quizá, esperar a que me cambiaran con mi vestido azul con flores rosas? Me dicen que me veo bien con él. aunque saben, no me gusta que tomen fotos.

*** Artículo publicado por Patricia Cabrera, publicado en la revista Cuartoscuro. Año X. Número 64. Marzo 2004

No hay comentarios: