viernes, 21 de enero de 2011

En la prisión de su cuerpo

Días atrás me comentaron una historia que podría caber en la mente del morbo: un transexual fue detenido y culpado por diversos crímenes, sin entrar en la posible culpa o no, el dilema ético comienza en el momento en que se remite a una cárcel... a donde ir, al reclusorio varonil o femenil?

En apariencia es ella, legalmente es él... en un lugar tan sórdido como es la prisión (que en este país no ofrece una correcta readaptación social como el nombre lo dice) y que presenta tantos desaciertos, es complicado determinar la situación de la persona. Si bien el marco legar dice que sigue siendo hombre, por una cuestión ética o de otra terminología que no encuentro, no se pude encerrar en este contexto pues puede sufrir agresión física, verbal, violación e incluso la muerte.

El tratamiento de cambio de sexo es complicado y complejo; se requiere que la persona este en sus facultades para realizarlo, haber llevado ya el rol social, cultural y de contexto para poder ser candidato a este procedimiento y someterse a un cocktel de hormonas y operaciones que la o lo volveran en lo que en una imagen más real a lo que ha buscado.

Bueno o malo... solo diferente la óptica. Una vez que se hace la operación para el cambio de sexo, el individuo debe continuar con la medicación hormonal para que el tratamiento, sin embargo el sistema penitenciario no permite continuar con este proceso por no ser una enfermedad crónico degenerativa (es decir, si fuera cáncer el paciente debe de seguir con la medicación pertinente).

Y entonces el encierro no sólo se vuelve físico, la prisión ya no son los muros que privan de la libertad, sino el propio cuerpo. Sin un tratamiento hormonal la persona cae ante el reclamo natural y éste retoma sus propias raíces. Quizás el dilema original puede ser resuelto, sin embargo para la persona la pesadilla no sólo es estar en un lugar tan poco próspero, sino volver a ser aquello de lo que huyó en algún momento.

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