jueves, 12 de octubre de 2017

Embrace

Este siglo se ha caracterizado por el culto al cuerpo. La publicidad, la moda, las marcas nos han dicho que uno de los cánones de belleza debe ser la estética física y eso le ha dado mayor valor a la forma de cómo nos percibimos socialmente.

Otra de las características humanas es la generación de estereotipos, que finalmente sirven como señalamientos sociales que no necesariamente poseen connotaciones positivas. Hemos aprendido a no querer nuestro cuerpo, a apreciarlo como un ornamento más que un instrumento. Nuestro lenguaje corporal siempre ha sido determinante y ahora lo es más, pues no sólo es un reflejo de nuestro sentir, sino que se ve “embellecido” por la forma que mostramos a los demás.

Para ser atractivos a los demás debemos ser delgados, altos, blancos, de ojos claros, con una sonrisa perfecta; si somos mujeres con curvas perfectas y si somos hombres de brazos fuertes o músculos marcados. Ser atractivos no sólo a los ojos de los demás desde el terreno de la relación personal, sino profesional, asenso laboral.

Existe la creencia que las personas con sobrepeso tienen los peores males de salud. Que las personas negras son violentas y malas. En 2012 se realizó un experimento social en México donde los niños evaluaban visualmente la bondad y maldad de muñecos con base en su tono de piel; la respuesta fue la predilección del muñeco blanco sobre el negro. La discriminación se aprende, se hereda y se enseña, no es algo que traigamos de nacimiento.

Morfológicamente somos diferentes gracias a los genes y la cultura. No podemos establecer un solo canon de belleza pues somos el resultado de una hibridación que no termina en nosotros. La enfermedad es otro factor pues existen padecimientos que generan modificaciones en el cuerpo humano contra voluntad del propio paciente.


Los seres humanos sufrimos cambios con el paso del tiempo, en lo particular he experimentado los cambios en el cuerpo conforme pasa la edad. Antes me resultaba más fácil quitar esos kilos de más, ahora sé que es más laborioso e implica otros terrenos como el descanso y la alimentación. Aprender a vivir con lo que somos no es una tarea fácil, pues la sociedad impone patrones a seguir. Desafío es identificar cuáles son aquellos que nos resultan valiosos de aquellos que no nos dejan crecer como personas. 









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